jueves, 29 de marzo de 2007

MARRUECOS SE INTERESA POR EL SÁHARA.

En 1956, la independencia de Marruecos supone amplias alteraciones en el territorio. El ejército de liberación marroquí, que ha contribuido a esta independencia luchando contra los franceses, penetra en el Sahara en 1957, manipulado, dirigido y pagado por el gobierno de Mohamed V; para Marruecos es un brazo armado con el que intenta anexionarse las regiones que reivindica, Mauritania incluida. En febrero de 1958 tiene lugar la reacción europea, con la colaboración de tropas españolas y de las fuerzas francesas de Mauritania. La operación, llevada a cabo con fuertes efectivos, se realiza primero en la Saguia el Hamra y luego en Río de Oro. Las bandas de liberación son destruidas o forzadas a refugiarse en Marruecos. A partir de entonces la reivindicación de Marruecos sobre el Sahara, y sobre Mauritania hasta 1969, será constante, tanto en sus relaciones con España como con la ONU.
El gobierno español, que había mantenido la línea de una permanencia indefinida hasta la muerte de Carrero Blanco a fines de 1973, comienza al año siguiente una trayectoria distinta, con objeto de llevar al país hacia una independencia tutelada.
Fruto de ello es la elaboración de un estatuto de autonomía, pero éste ni siquiera ve la luz oficial a causa de las presiones que Marruecos lleva a cabo en Madrid, oponiéndose al nacimiento de un Estado independiente en su frontera sur.
España cambia de política y el 20 de agosto de 1974 anuncia que realizará durante los seis primeros meses de 1975 un referéndum de autodeterminación, bajo el control de la ONU, para que los saharauis elijan su propio destino; tal referéndum había sido solicitado por las Naciones Unidas desde 1966.
Ante lo que se puede prever como un referéndum de marcada tendencia independentista, Marruecos maniobra en las sesiones de las Naciones Unidas a fines de ese año y ofrece a Mauritania claramente el reparto del territorio; ello, unido a la colaboración de los países occidentales en apoyo de Marruecos, conduce a una votación en la que se decide enviar el contencioso del Sahara al Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, para que determine los lazos que unían al territorio con Marruecos y con el conjunto mauritano en la época de la llegada española, 1884, al tiempo que se solicita a España que paralice el mencionado referéndum.
A mediados de 1975 finalizan los enfrentamientos del Frente Polisario con las fuerzas españolas. El 16 de octubre, el Tribunal de La Haya hace público su dictamen según el cual no se ha encontrado lazos de soberanía de Marruecos ni de Mauritania sobre el territorio, y solamente alguna relación de dependencia de las tribus que llegaban en sus nomadeos hasta Marruecos y algunos derechos de Mauritania sobre zonas de pastos. No hay nada que se oponga a la autodeterminación saharaui.
Pero ello es suficiente para que Hassan II ponga en acción sus propósitos preparados desde meses antes, con ayuda de los EE.UU. y de medios financieros árabes, anunciando ese mismo día su derecho a recuperar el Sahara por medio de una marcha civil de 350.000 personas, la llamada Marcha Verde.
LA GUERRA CONTRA MARRUECOS Y MAURITANIA. EXILIO FORZADO A LA HAMADA ARGELINA.

El 17 de octubre, el gobierno español, en decisión secreta, firma la orden de evacuar el Sahara a partir del 10 de noviembre, dejándolo en manos de los marroquíes. La Marcha Verde supone una cobertura para el abandono de la idea de autodeterminación mantenida en la ONU y prometida a los saharauis, porque la línea geopolítica occidental es opuesta al nacimiento en esta zona del Atlántico de un Estado independiente, propiciado y ayudado por Argelia y Libia y dentro de la línea progresista árabe; al mismo tiempo, el Alto Estado Mayor Español teme que un Sahara independiente sea un peligro político para Canarias. Entre estas fechas y el 14 de noviembre, se perfilan los acuerdos de Madrid por los que se da entrada en la administración del Sahara a Marruecos y Mauritania, que más tarde se repartirán el territorio, retirándose España el 28 de febrero de 1976. Mientras tanto, y a partir del 30 de octubre, bajo la cortina de humo de la Marcha Verde, las fuerzas marroquíes han invadido el territorio por varios puntos del Este, en medio del silencio y la pasividad españolas, que no denuncian estos hechos ni a la opinión pública ni a la ONU. El 6 de noviembre, la Marcha Verde penetra en el Sahara sólo diez kilómetros en dirección a El Aaiun, según el acuerdo con el gobierno español, permaneciendo en esta zona tres días y retirándose luego.
A partir del 30 de octubre se producen los primeros combates de los saharauis contra las fuerzas marroquíes en Hausa, Echdeiría y Farsia.
La población huye en masa de las ciudades y poblados ante la invasión extranjera y se refugia en varios campamentos del desierto; estos campamentos son bombardeados por la aviación marroquí en febrero y marzo de 1976, causando numerosas víctimas, principalmente en Um Dreiga y en Tifariti. Los saharauis huyen entonces a territorio argelino, refugiándose en otros campamentos improvisados cercanos a Tinduf.


Pero los que llegan hasta allí lo hacen en condiciones desastrosas, heridos y agotados, después de haber dejado numerosas bajas por el camino; en los primeros meses, las condiciones sanitarias y de alimentación fueron pésimas, hasta que llegó la ayuda internacional y argelina sobre todo. A lo largo de 1976 su número fue aumentando hasta sobrepasar los 100.000 refugiados.
El 27 de febrero, ante el vacío jurídico que creaba la salida de España, se proclamaba en el Sahara aún libre de invasores la República Árabe Saharaui Democrática y, el 4 de marzo, se formaba el primer gobierno. Se promulgaba también una Constitución provisional, de marcado carácter social y progresista, según la cual el poder supremo correspondía al Comité Ejecutivo del Frente Polisario.

A partir de entonces se iniciaba una larga guerra contra la invasión, en la que los saharauis recibirían la ayuda de Argelia. En 1979, Mauritania, con grandes dificultades internas causadas por una guerra que no podían sostener, a pesar de la intervención directa realizada por Francia en 1978, se veía obligada a retirarse de la lucha y renunciar a cualquier reivindicación sobre el Sahara. Los saharauis continuaron su combate contra el enemigo único marroquí en una guerra de guerrillas que, no obstante, utilizaba también un avanzado armamento moderno, eligiendo sus puntos de ataque y los momentos más adecuados en un terreno que conocían perfectamente. Inclusive, los ataques fueron llevados al interior de Marruecos contra las ciudades de Tantan, Assa, Saac, Akka y Tata, poniendo al gobierno marroquí en serios apuros.
Desde 1980 a 1987, los marroquíes, con objeto de controlar el territorio, procedían a la construcción de una inmensa línea de fortificaciones, con elementos de detección a base de radares, que partiendo del este del río Dra en una longitud de más de 2.000 km, llegaba hasta el norte de La Güera. La estrategia de los muros convirtió la guerra del Sahara en una serie de ataques esporádicos contra las posiciones estables marroquíes, las cuales no salían de unas fortificaciones que les servían tanto de defensa como de cerco. Sin una solución militar posible, se imponía una solución política.
La República Saharaui había sido reconocida hasta 1990 por 74 Estados, principalmente africanos y americanos; ingresó en la Organización de la Unidad Africana en 1982 y obtuvo, a partir de 1979, una progresiva aceptación en la ONU, que propugnaba constantemente en sus resoluciones un referéndum de autodeterminación y unas conversaciones preliminares entre Marruecos y el Frente Polisario para llegar a un alto el fuego. Aunque Marruecos se negaba a ello, finalmente, en enero de 1989, Hassan II recibió a los responsables del Frente, pero sin que se alcanzaran resultados positivos.
Los esfuerzos del secretario general de la ONU, Pérez de Cuellar, hasta 1991 daban forma por fin a un plan para el Sahara, que, en abril de ese año, Marruecos se veía obligado a aceptar y que el Frente Polisario también admitía. Las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU avalaban también el plan de paz de Pérez de Cuellar. El punto fundamental era la realización de un referéndum de autodeterminación de los saharauis, con las opciones de independencia o integración en Marruecos, bajo el control y los auspicios de la ONU. El plan era muy detallado y comprendía el alto el fuego, canje de prisioneros, libertad de detenidos políticos, retirada de parte de las fuerzas marroquíes, confinamiento de los combatientes, regreso de los exiliados, confección de un censo electoral, libertad de propaganda, anulación de las leyes represivas, etc. La larga trayectoria de un pueblo, con una personalidad y una cultura propias y una tradición de independencia a través de los siglos, llegaba así a un punto crucial de su historia, tras enormes y dolorosas vicisitudes.

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